A los literatos clandestinos

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28 de octubre de 2012

NENÉ ÁRBOL


NENÉ ÁRBOL             
Autor: Eugenio Ravelo

En una casa de campo, muy adentro del llano venezolano. Había muchos árboles frondosos que hacían que el lugar se viera hermoso. La casa también era hermosa, muy alta y de madera. En ella, había un niño llamado Luís, que era muy tremendo, siempre andaba correteando dentro de la casa y en el campo. Un día, jugando en el campo, fue directamente hasta donde estaba NENE ÁRBOL, un arbolito pequeño y frágil, era el consentido de la comunidad de los árboles, y le dio una patada, tan fuerte, pero tan fuerte, que dobló su frágil tronco del grueso de una rama. En ese instante, se escuchó el trinar de los pájaros, como si fuese un lamento. Luís se asustó con tanto ruido y salió corriendo para la casa. PAPÁ ÁRBOL, estaba cerquita de NENE ÁRBOL y era uno de los más grande, fuerte, frondoso y antiguo de los árboles y le susurró al arbolito:
-         No te preocupes NENE ÁRBOL. El niño Luís es igualito a su bisabuelo que se llamaba Oscar, a su abuelo que se llamaba Juan y a su papá Cruz.
NENE ÁRBOL sorprendido y adolorido respondió:
-         Como va a ser posible PAPÁ ÁRBOL, si Don Cruz es tan bueno con nosotros. Todos los árboles lo queremos mucho.
PAPÁ ÁRBOL le explicó al arbolito con voz dulce:
-         Don Oscar dio patadas a SABIO ÁRBOL, Don Juan dio patadas a ABUELO ÁRBOL y Don Cruz – afirmó con una sonrisa – me dio patadas a mi.
NENE ÁRBOL muy desconcertado y llorando se quejó:
-         me cuesta mucho creer lo que me dices PAPÁ ÁRBOL, ¿por qué lo hacen? Y ¿por qué no me habías contado? Al menos, si me hubieses dicho hubiese estado preparado.
PAPÁ ÁRBOL le explicó con detenimiento:
-hijo mío. No te dije nada antes porque entonces no serías tan frondoso a tu edad. Hubieses vivido con ganas de ocultarte para protegerte y no serías feliz, y no hubieses disfrutado los buenos momentos que has pasado junto al niño Luís; pero no te preocupes, él terminará siendo tan bueno como Don Cruz, su abuelo y bisabuelo.
NENE ÁRBOL dice con nervios:
-         PAPÁ ÁRBOL, por favor que sea pronto, porque no creo que resista otra patada como esa – y con quejido siguió llorando-.
Mientras conversaban NENE ÁRBOL y PAPÁ ÁRBOL caía la noche. El sol se despedía de toda la comunidad de los árboles que aplaudía con sus hojas para rendirle un tributo a la compañía del sol durante el día. Los pajaritos se despedían del sol con su hermoso trinar.
            El niño Luís prendía fuego a unas tablas que estaban detrás de la casa que eran para hacer un corral mientras se perdía el milagro del saludo del día y la noche. Don Cruz y su esposa Doña Ana gritan – Luís, ¿dónde estás? ¿Qué estás haciendo? Huele a quemao -.
            Cuando NENE ÁRBOL, por fin se quedó dormido, PAPÁ ÁRBOL llamó a GUARDIÁN COLIBRÍ y le contó lo sucedido con el arbolito y le dijo al final – ya sabes lo que tienes que hacer -. El pajarito Colibrí, era anciano, y le decían Guardián porque SABIO ÁRBOL, le entregó hace mucho, pero muchos años, una astilla de su tronco que estaba encantada. Su único trabajo era pinchar con esa astilla a todo aquello que hiciera daño a un árbol.
            GUARDIÁN COLIBRÍ agarró su astilla y voló de prisa. Entró al cuarto del niño por la ventana. Luís estaba dormido. Arropado hasta la cabeza porque era miedoso. GUARDIÁN COLIBRÍ encajó la astilla en el pecho del niño, sin hacerle daño. Salió volando de prisa y desapareció en la noche oscura.
            La astilla encantada puso a soñar al niño, y en el sueño el niño Luís cree que está despertando. Cuando abre sus ojos, se encuentra durmiendo sobre la tierra dura. Ya no había casa, ni cama. Le costaba respirar. Asustado mira a su alrededor y nota que hay un desierto, que no hay árboles, ni sombra. Del susto intenta respirar profundamente y no puede, ya casi no había oxígeno. Estaba a punto de morir. Justo cuando el sol quemaba su piel y se le hacía difícil respirar, apareció en el cielo un árbol gigante que tapaba el sol. Tenía ojos, nariz, boca y brazos formados con su tronco y le dijo al niño:
-         si no cuidas los árboles, éste será tu destino – con una voz tan gruesa que cada palabra parecía un trueno – no tendrás sombra, ni casa, ni cama, ni hojas para escribir ni hacer avioncitos, ni bate y lo más importante ni aire, entonces morirás.
El niño Luís lloraba desesperadamente. En eso su padre lo despierta. Sus gritos eran tan fuertes que su padre se asustó y lo agitó por el brazo para despertarlo. Cuando Luís despierta se da cuenta que está en su cuarto, que existe su casa, que puede respirar, que tiene sombra y al fondo escuchaba la brisa a través del agite de las hojas de los árboles. Abrazó a su padre. Le dijo – papá no lo vuelvo a hacer – y el papá le pregunta - ¿qué cosa hijo? – Luís  salió corriendo a la ventana y pudo ver a NENE ÁRBOL. El niño Luís dice a su padre – olvídalo papá solo tuve una pesadilla – salió corriendo del cuarto, con mucha prisa para llegar al campo. El papá dijo a solas en el cuarto – ya sé que te pasó hijo. Yo pasé por eso. Y me alegra que tú también – se asomó por la ventana y gritó – Gracias PAPÁ ÁRBOL por darle esa lección a mi hijo -.
Luís llegó al campo y llevaba en sus manos dos palitos de madera. NENE ÁRBOL estaba asustado, pensó que esta vez venía a atacarlo ya no con patadas sino con palazos.
El niño Luís, abrazo el arbolito. Le pidió perdón y lo enderezo. Le puso los palitos para curar su torcedura y pudiera sanar y seguir creciendo frondoso. Le dio un beso y se devolvió a su casa corriendo.
NENE ÁRBOL sorprendido y alegre le dijo a PAPÁ ÁRBOL:
-         Viste PAPÁ ÁRBOL. ¿qué fue eso? ¿por qué está tan cambiado?
PAPÁ ÁRBOL complacido y muy contento respondió:
- Hijo mío, las cosas buenas a veces parecen solo un sueño, pero también desde los sueños se pueden volver realidad las buenas acciones – y riéndose a carcajadas le dijo - ¡vivirás! Hijo ¡vivirás! Y en ti millones de árboles que existirán en el futuro.

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