Haz el amor, Haz el matrimonio
Cuando se escucha o se lee la frase “hacer el amor”se asocia con el sexo, porque es una forma tradicional en el discurso de hacer una acotación o invitación al acto sexual. Se suele confundir con “relación sexual”. En tal sentido, es común oír decir: "vamos a hacer el amor"
En un sentido especulativo, pudo ser que en un punto de la evolución discursiva de la humanidad el hombre no halló como decirle a la mujer que quería poseerla sexualmente de una manera sutil, romántica; o bien, indirecta, y acudió a la frase que se perpetuaría en el tiempo con un poder persuasivo e invasivo de los sentidos por parte de aquellos que lo apuestan todo al amor. Desde luego, la frase “hacer el amor” se convirtió en algo mágicamente envolvente y en una expresión que se parece mucho a “abra cadabra”.
El sexo no siempre significa hacer el amor. Se puede tener sexo sin amor, sólo bastaría la pasión; sin embargo, cuando se tiene sexo por amor, se hace el amor porque es una acción representativa en donde dos personas se vinculan con la misma intensidad, con un sólo propósito: Entregar el amor. Hacer sentir amor al otro.
Hacer el amor significa, sin desligarlo del sentido semántico que adquirió en el discurso cotidiano, La misma acción realizada por dos personas íntimamente ligadas. Esto quiere decir, que en efecto, tener sexo, es una de las acepciones de hacer el amor; no obstante, toda acción es a su vez hacer el amor, si se hace desde el amor mismo.
En estos tiempos contemporáneos, descarcelar el significado de la frase “hacer el amor” a sus múltiples dimensiones significativas inherentes al que hacer diario es muy conveniente para las parejas; pues, estamos inmersos en un siglo donde existen los mismos derechos tanto para la mujer como para el hombre, a diferencia de siglos atrás donde la mujer era subyugada y el hombre era favorecido. No se puede pretender conservar en un presente donde fluye la igualdad de roles, actitudes del pasado que se apoyaron en la desigualdad.
En materia de pareja en matrimonio, concubinato o viviendo juntos, que al fin y al cabo, es igual a decir casados (debido a que en los tres casos las funciones son las mismas) hacer el amor adquiere muchas dimensiones que no pueden ser eludidas, porque iría en detrimento de la relación en pareja.
Una vez que se decide hacer vida al lado de una persona por amor, desde ese mismo primer día que comienzan a vivir juntos, el yo se desdobla para convertirse en un nosotros. Todas las acciones se realizan desde el amor; es decir, hacen el amor, hacen el matrimonio. En consecuencia, si la vida en matrimonio está llena de acciones simples y cotidianas, desde que amanece hasta que vuelve a amanecer, una pareja hace el amor todos los días, en todo momento.
Las acciones simples y cotidianas del matrimonio se pueden enumerar infinitamente. Entre las más comunes tenemos: la limpieza, la comida, el mercado y el descanso.
Si “hacer el amor” es realizar la misma acción en pareja con la misma intensidad y pasión; cuando ella friega los platos y él barre al mismo tiempo, están haciendo el amor desde la limpieza. Cuando cocinan juntos, hacen el amor desde lo culinario. Cuando comparten las compras en el supermercado y entre anaqueles él lleva el carrito y ella escoge la comida, o viceversa, están haciendo el amor desde el abastecimiento. Cuando se levantan tarde los domingos y descansan juntos durante el día, hacen el amor desde el reposo, desde la calma que es alimento del espíritu. Muy por el contrario de cuando el hombre esclaviza a su mujer en la limpieza general mientras él descansa o anda por doquier empinando el codo con el brazo derecho y sobándose la barriga con el izquierdo o, es el hombre quien limpia mientras la mujer se va de compras o a divertirse con las amigas; cuando uno de los dos es el que siempre cocina y el otro reprocha que no esté en su punto o, ni siquiera, agradece ni halaga la comida servida; cuando uno de los dos es quien siempre compra los alimentos para el hogar mientras el otro ni siquiera sabe que hay en la despensa; cuando uno de los dos descansa mientras el otro se consume en trabajo o en una actividad que no incluye a la pareja. Cuando algo así sucede, estamos en presencia de una grieta en el amor que da origen a un futuro abismo que pone de por medio un vacío entre las partes.
Cuando se vive en pareja se vive en matrimonio, y matrimonio significa fusión, si la tienes ¡qué esperas! sal corriendo y con ella haz el amor, haz el matrimonio.
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Eugenio Ravelo